Gn 27:1-17 - "Lejos de la Voluntad de Dios. Un aporte para la desintegración y destrucción familiar" - Serie Génesis No. 58
Notes
Transcript
INTRODUCCIÓN.
INTRODUCCIÓN.
¿Cuán importante es la Voluntad de Dios para tu vida? ¿Cuán importante es la Voluntad del Señor para tu familia? ¿Cómo eres de celoso cuando se trata de que en tu casa se honre al Señor? Pero tal vez más importante, ¿Cómo demuestras en tu casa que verdaderamente es necesario entregarse al Señor y confiar en Él plenamente? ¿Este es el testimonio que damos en casa?
Muchos padres, madres, hijos e hijas, van a tener que tomar decisiones en su vida y estas siempre van a repercutir en la vida familiar y por supuesto en la vida espiritual de uno mismo y de los otros miembros de la familia. Esto nos ha pasado muchas veces. Nuestras actitudes y acciones generan e impactan la vida de aquellos que más amamos. ¿Será que amaremos tanto a nuestras familias, y haremos todo el esfuerzo por permanecer en la Voluntad del Señor para que también nuestros padres o hermanos, nuestros hijos y todos los miembros de nuestra familia también sean temerosos del Señor por nuestro testimonio? ¿Podriamos hacer tropezar en el Señor a quienes más amamos? ¿Cuál es la responsabilidad de los padres para con los hijos en el temor del Señor? ¿Cuál es la obra de los hijos que generan destrucción familiar y vidas alejadas del Creador?
Muchas preguntas para pensar, pero hoy día, vamos a ver un poco de todo esto. Y ojalá que después de la porción de hoy, podamos ser más temerosos del Señor, de forma personal y también familiar. El mensaje de hoy se titula: “Lejos de la Voluntad de Dios. Un aporte para la desintegración y destrucción famiiiar” y está basado en Génesis 27:1-17. Y si abres tu corazón a la Santa Palabra de Dios, entonces Él puede tomar este pasaje para transformar nuevas vidas.
EXÉGESIS Gn 27:1-17
EXÉGESIS Gn 27:1-17
Mientras buscamos esta porción de la Biblia, recordamos que Dios estuvo iniciando un pueblo con Abraham, le dio promesas para él y su descendencia, y sobre todo una herencia espiritual que él pasó a su hijo Isaac. Ahora Isaac es ya anciano y también debe pasar la herencia espiritual a uno de sus hijos gemelos. Hemos estudiado todo lo que había pasado con cada uno de los hijos hasta el momento y la narración bíblica continua de esta manera:
1 Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.
Isaac ya es un hombre anciano y su cuerpo ha sentido todo esto y él ya no puede ver. Isaac tiene un hijo preferido, este es el mayor, Esaú y lo llama para hablar con él.
¿Por qué decimos que es su hijo preferido? La Biblia lo dice en:
28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob.
Tristemente en esta casa el amor no era igual para todos los miembros del hogar. Isaac amaba más a Esaú porque le daba de comer y Rebeca amaba más a Jacob, el hijo menor.
Donde hay este tipo de situaciones las puertas a las tragedias familiares están abiertas y es exactamente lo que va a suceder en esta porción de la Escritura. Isaac ya anciano, ha llamado a su hijo mayor Esaú y lo ha llamado para darle la tan anhelada bendición.
2 Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte.
Isaac se considera ya muy viejo y expresa a su hijo que no sabe hasta cuando vivirá. Tenemos que entender lo que está pasando en este versículo, es demasiado importante. Isaac recibió de su padre Abraham la herencia espiritual. Para esta familia no hay nada más importante que las promesas recibidas de Dios que se van transmitiendo a cada generación. Abraham lo escuchó de Dios, vivió por fe, y transmitió eso a su hijo Isaac. Abraham tenía más hijos, pero solamente el hijo de Sara recibió la herencia espiritual. Dios estaba formando un pueblo con ellos y tenía propósitos especiales al hacerse un pueblo para sí. El Señor estaba guardando una línea de descendencia hasta la llegada de su mesías prometido y Salvador del mundo. Dios iba a tomar un pueblo y a través de ese pueblo iba a mostrar sus obras extraordinarias al mundo. Entonces, uno de los hijos gemelos: Esaú y Jacob, y solo uno de ellos, debe recibir la herencia espiritual. ¿Quién lo recibiría?
Lo que está haciendo Isaac en este versículo es realmente terrible. Porque él acaba de llamar a su hijo favorito, y al que considera que como hijo mayor debe recibir la herencia espiritual. ¿Pero por qué esto es malo? Estas palabras muestran el pecado de Isaac. La historia que estamos viendo es el pecado de toda la familia. Este el de Isaac.
Isaac sabía que la promesa de Abraham o herencia espiritual no era para el hijo mayor. Lo sabía porque Dios ya lo había revelado a Rebeca anteriormente, antes de que nazcan:
23 y le respondió Jehová:
Dos naciones hay en tu seno,
Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
Y el mayor servirá al menor.
Palabras de Jehová que recibe Rebeca y que por supuesto las conocía Isaac. El Señor dijo que el hijo menor era aquel que iba a ser el siguiente en heredar la bendición del pueblo que Dios estaba iniciando y guardando para la llegada de Cristo como Salvador, así como la tierra prometida y las bendiones especiales sobre su descendencia.
Entonces ¿Qué está haciendo Isaac? Isaac está desconociendo la Voluntad del Señor. Isaac es un hombre que ha perdido la vista pero también es un hombre que en esta parte de su vida o en esta situación al menos, ha perdido también la vista espiritual. No está haciendo caso a la disposición del Señor sino que está haciendo caso a lo que le dice su corazón y a lo que considera que es lo mejor o más apropiado: “que Esaú, el mayor y su favorito, reciba la bendición”. Isaac está yendo en sentido contrario a la voluntad del Señor.
3 Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza;4 y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera.
Isaac está mandado a Esaú de cacería y después a prepararle un plato que tanto le gusta, pero el objetivo es revelado: “..para que yo te bendiga antes que muera.” - Isaac parece estar muy apresurado y quiere resolver antes de su muerte lo que Dios había resuelto antes de que nazcan sus hijos. Que situación más difícil: “ir en contra de la Voluntad del Señor”. Isaac está haciendo las cosas a su manera y a su entendimiento. De hecho, la Escritura nos dice que Él vivirá 40 años más. Por supuesto, esto no lo sabe Isaac, pero sí sabe que está yendo en contra de la Voluntad del Señor.
A veces tomamos decisiones similares, creemos que estamos en una situación crítica y tenemos que resolverla con nuestros medios antes que sea tarde, aún si esto no está conforme al Consejo de la Biblia y por lo tanto a la Voluntad del Señor.
¿Pero realmente es malo que Esaú reciba la bendición de Isaac?
La respuesta es SÍ por varios motivos.
Primero, Esaú había menospreciado la herencia espiritual y las promesas de Abraham. Esaú había vendido su primogenitura y el derecho de heredero que ahora quiere recibir. No solamente las había vendido, sino que había manifestado en esa actitud que cuidar la línea espiritual familiar no le era realmente importante.
34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.
Segundo, Esaú no solo había menospreciado, sino que con sus obras había demostrado que no le interesaba en lo mínimo guardar la herencia espiritual. Abraham por guardar la promesa había hecho todo el esfuerzo para que Isaac se una en matrimonio con una mujer que no sea idólatrata como las cananeas. En cambio Esaú, había demostrado que no tenía el mismo pensamiento ni cuidado. Tomó no solo una sino dos mujeres de los hijos de los heteos, quienes eran idólatratas y todo esto había traido gran dolor al corazón de los padres, sobre todo al de Rebeca. Lo peor es que Isaac sabiendo todo esto, aún así, insiste en darle la bendición a Esaú. Por eso es bastante malo lo que está haciendo Isaac.
El tercer motivo es el más importante: Dios ya había determinado en Su Soberanía (ya sea por conocimiento previo de todo esto o simplemente porque lo había decidido así) que Jacob, el hijo menor, era quien iba a recibir la promesa espiritual. Jacob anhelaba tener estas promesas. Utilizaba métodos incorrectos como querer comprar la primogenitura pero anhelaba ser el heredero espiritual. Jacob tenía un corazón distinto al de Esaú.
Entonces, tenemos 3 motivos importantes: desprecio a la primogenitura, obras en contra de guardar la fe y la Voluntad del Señor. Así que Isaac está yendo demasiado lejos con todo esto. Está consciente por supuesto de lo que está haciendo, de hecho, lo hace cuando el resto de la familia no ha participado o no conoce de estas decisiones. Si bien es responsabilidad del padre, tampoco es transparente al no haber dicho ni a Rebeca lo que está a punto de hacer. Isaac tan solo cree que está haciendo lo que le parece mejor antes de que muera, aunque esto signifique ir en contra de la Voluntad del Señor. Y este es el peor error que puede cometer él o cualquiera de nosotros: “hacer las cosas contrarias a la Voluntad del Señor”.
Con todo este contexto, ahora podemos comprender mejor la actitud tan errada de Isaac en este versículo:
3 Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza;4 y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera.
Pero así como hay una actitud equivocada y pecaminosa de Isaac, también hay otras.
5 Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer.
La segunda actitud equivocada es la de Esaú. Dice la Escritura en este versículo: “.. y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer.” - Esaú parece tener una muy mala memoria o en caso contrario muy malas intenciones. Él había vendido su primogenitura por un plato de comida, la había despreciado y sabía que Jacob, aunque con los métodos incorrectos, pero sabía que Jacob esperaba la bendición por el acuerdo que habían realizado. Sin embargo, esto no parece ser para nada importante para Esaú. No le interesa en lo mínimo el peso de sus palabras sino que sale al campo para buscar la “caza” y preparar el plato de comida y luego recibir la bendición.
Muchas veces somos como Isaac que intentamos imponer nuestro deseo antes que la Voluntad de Dios y a veces somos como Esaú, que no tenemos respeto alguno por las cosas valiosas y mucho menos consideración o valor alguno por nuestras palabras expresadas.
Pero a veces también somos como Rebeca. Ella está escuchando. No parece ser esta simplemente una situación sin intención, sino que parece que Rebeca ha estado atenta y esperando o temiendo que algún momento vaya a pasar exactamente esto. Esta es la tercera actitud equivocada en este relato.
6 Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: 7 Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo muera. 8 Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando.
Rebeca revela a Jacob su hijo menor que ha escuchado el plan de su padre. Él va a bendecir a Esaú y le dice que le ha pedido ir de caza y preparar un guisado para luego darle la bendición de “Jehová” antes que muera. Este es el plan que efectivamente tiene Isaac, pero Rebeca acaba de cometer un serio error en su vida matrimonial: No entró a hablar con Isaac del asunto o sobre los designios del Señor que establecía a Jacob como quien debía recibir la bendición, sino que busca antes a Jacob y le comenta todo esto. Aunque este era un matrimonio que tenía cosas preciosas como fidelidad y monogamia, también había dificultades por el amor desigual de los padres a los hijos.
Es bastante difícil precisar lo que está haciendo Rebeca. Claro que es una actitud equivocada porque ella representa el pensamiento de que no importa el medio mientras se cumpla los objetivos. En defensa de Rebeca podríamos decir que ella tiene muy en claro que la bendición debía ser para Jacob. Vamos a tratar de pensar que no es porque ama más a este hijo, sino porque Dios le dijo que la bendición recaía en Jacob. Esto tiene a su favor, sin embargo, también Rebeca ha olvidado grandes verdades que estaban en la memoria familiar. Abraham y Sara habían vivido y aprendido con experiencias difíciles que Dios no necesita ayuda humana para lograr sus propósitos o para que se cumplan sus designios. Y esto es lo que Receca ahora intenta hacer.
¡Qué difícil comprender realmente esto y aplicarlo en nuestras vidas! El Señor había decidido que Jacob iba a recibir la bendición y entonces este tema no estaba bajo discusión. Pero Rebeca ve como inminente amenaza el plan de su esposo y entonces decide actuar para evitar algo que estaba bajo el control del Señor. Entonces, ¿Qué tenía que haber hecho Rebeca? ¿Realmente no tenía que intervenir? Una historia similar que pasó con Balam nos puede ayudar a comprender todo esto.
Balaam era un adivino forastero que fue contratado por el rey Balac para que maldijera a Israel cuando el pueblo de Dios se desplazaba por el desierto. El rey tenía miedo de que el pueblo de Israel que ya había derrotado a otros pueblos también derrote al suyo y entonces envía representantes para pagar al adivino Balaam para que maldiga al pueblo de Israel. Así que Balaam decide preguntar a Jehová sobre lo que debe hacer y Dios le dice que no debía maldecir a Su Pueblo. De todas formas en el camino Balaam parece cambiar de opinión y se dirige para maldecir al pueblo de Israel. Entonces la asna sobre la cual iba se detiene en el camino y no quiere moverse. Al ver la reacción del asna que no coopera y no obedece a su amo, Balaam azota tres veces al animal reclamándole por qué no quiere moverse. Y Dios abre la boca del asna y esta le reprende a Balaam y entonces los ojos de Balaam son abiertos y ve al ángel que tenía una espada en su mano lista para tomar la vida de este hombre si avanzaba un poco más. Y entonces, Balaam retrocede en sus planes y termina bendiciendo a los israelitas. Esta es una escena de Soberanía divina. Si Dios lo ha establecido entonces el hombre no puede ir en contra de sus designios. ¿Qué está pasando con Isaac? ¿Qué debía hacer Rebeca? Era más fácil que Balaam maldiga al pueblo de Israel que Isaac bendiga a Esaú. Dios ya lo había decidido, lo había comunicado y no estaba el tema bajo discusión humana. Esto no lo entendía Rebeca y muchas veces no lo entendemos nosotros.
Rebeca, quien cree que debe intervenir en esto y solucionar el problema con sus medios, sin importarle el cómo, manda a su hijo Jacob a obedecerle: “..Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando”.
9 Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; 10 y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte.
El plan de la madre es que Jacob suplante a Esaú. Rebeca no solamente es imprudente en sus métodos sino que también hace tropezar a su hijo. Esto es realmente serio. Está arrastrando a Jacob quien anhelaba grandemente recibir la bendición y las promesas espirituales y lo está llevando a actitudes de deshonra al Señor. Nuevamente, no se trata de las habilidades de Rebeca y Jacob, sino de los designios del Señor y confiar en ellos.
Rebeca en su plan pretende cocinar como le gusta a Isaac, de tal manera que aquel padre ya ciego no pueda reconocer a quien le da de comer y entonces piense que es Esaú y Jacob termine recibiendo la bendición.
La intención de Rebeca parecería estar alineada con la Voluntad del Señor de que Jacob reciba la bendición, pero sus métodos son inapropiados, pecaminosos e innecesarios. Ella está abriendo las puertas a situaciones de enfrentamiento entre los hermanos que ciertamente van a llegar y en ellos habrá amenazas de muerte y de separación en la familia. Rebeca no está midiendo las consecuencias.
La tentación y el pecado nunca nos permiten darnos cuenta de cuáles serán las trágicas consecuencias en nuestras vidas. Lo que parece que es la solución a los problemas, lejos de la Voluntad de Dios, siempre va a traer conflictos a nuestras vidas en algún momento.
11 Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. 12 Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición.
Jacob es un hombre que va a aprender con dolor todo lo que está ocasionando. Jacob no piensa que está haciendo mal. Está tan obsesionado con la bendición, que aunque valora la herencia espiritual, no tiene ningún temor al medio para recibirla. Su primera impresión es: “..Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño”. - No pasa por su mente el alejarse de hacer el mal sino las dificultades para hacerlo. Su hermano tiene rasgos físicos distintos, es velloso y Jacob es lampiño, y este parece ser el problema más grande para Jacob. Como lo hemos dicho alguna vez. El problema de Jacob y nuestro es que para hacer el mal nos preocupamos de mirar a los costados o a todo lado para ver si alguien nos está viendo, pero nunca miramos al cielo para darnos cuenta de que los ojos del Santo Creador están sobre nosotros.
Jacob tiene miedo a ser descubierto por su padre como “burlador” y le preocupa esto de gran manera, pero no tiene miedo a ser un “suplantador”. Si puede resolver la forma de suplantar, entonces no tendrá miedo a ser tampoco un burlador. Efectivamente está consciente de que si las cosas salen mal, Isaac podría enojarse tanto que en vez de recibir bendición, traería maldición.
Pero aún hay cosas tristes. La madre ya tendría que haber reaccionado con estas palabras. Ella sí sabía que Dios había elegido a Jacob no para maldición sino para bendición y tendría que haber retrocedido en sus planes y tan solo haber confiado en el Señor, pero Rebeca está tramando cada detalle que no tiene tampoco tiempo para mirar al cielo.
13 Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos.
Rebeca está muy segura de que su plan va a funcionar. Está dispuesta a recibir la maldición, pero no está dispuesta a ir atrás, analizar lo que está haciendo y tener temor del Señor. Pide a Jacob que obedezca y confíe en el plan que tiene su madre.
Y cuando confías en los planes de los hombres, siempre encontrarás situaciones difíciles que te atormentarán. Jacob acaba de confirmar que sí puede ser un suplantador. Y un día va a sufrir tanto cuando también suplanten las prendas de su hijo y le mientan diciendo que ha muerto, y entonces viva en luto y gran dolor por muchos años. El suplantador en esta porción también será víctima de suplantadores. La disciplina de Dios no se hará esperar.
14 Entonces él fue y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como a su padre le gustaba. 15 Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor; 16 y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos; 17 y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo.
Jacob cumple con la petición de la madre y está de acuerdo con su plan para recibir la primogenitura. Esaú había vendido la primogenitura por un plato de lentejas y es posible que Jacob ya se sintiera dueña de ella. Rebeca en su plan, toma los vestidos de Esaú y viste a Jacob con esas prendas. Esaú era velludo pero no parece ser problema para la madre, sino que toma pieles de cabritos y entonces así Jacob podrá realizar la suplantación con éxito. Finalmente ya todo está listo para entrar a la tienda del padre. Tiene los guisados que espera el padre, lleva también pan y entonces cree tener ya todo preparado para recibir la bendición.
En nuestro siguiente estudio continuaremos más de esta narración de las Escrituras.
MEDITEMOS EN LA PALABRA
MEDITEMOS EN LA PALABRA
Hacemos una pausa en esta parte de la historia porque hay muchas cosas que podemos aprender de esta porción de la Biblia. El Señor quiere transformar nuestras vidas a través de Su Palabra, para que nuestras vidas den Gloria de Su Nombre. Esto es lo que el Señor quiere de nosotros y es todo lo contrario a lo que estaba pasando en ese momento en la vida de aquella familia de Isaac, Rebeca, Esaú y Jacob.
Cada uno de los personajes de esta historia estaba aportando algo para la tragedia familiar y podemos aprender de cada uno de ellos:
Un padre que obra contrariamente a la Voluntad del Señor es un padre que aporta a la desintegración y destrucción familiar, trayendo el mal y consecuencias sobre su casa.
Un padre que obra contrariamente a la Voluntad del Señor es un padre que aporta a la desintegración y destrucción familiar, trayendo el mal y consecuencias sobre su casa.
La enseñanza de la Escritura está muy clara. Los padres que estén lejos de la voluntad del Señor y que obren de acuerdo a sus pensamientos antes que los del Señor, con seguridad que están aportando a la destrucción familiar. No necesariamente estamos hablando de una destrucción entre los miembros, aunque esto es lo que pasará en la historia de Esaú y Jacob, sino que destruimos también la relación y comunión familiar que tenemos con AQUEL que guarda la vida de la familia, aquel que provee en Su Gracia y Misericordia todos los días de nuestra vida. Muchas veces aportamos para que nuestra casa esté más lejos del Señor y Su Voluntad.
Los padres tienen una gran responsabilidad en la familia. La vida espiritual de sus pequeños está inicialmente en sus manos. El testimonio que puede dar un padre puede ser de aliento o de destrucción para los hijos e hijas. Isaac había vivido mucho tiempo honrando al Señor, pero en la parte final de su vida, no solamente tuvo ceguera física, sino también espiritual. Queridos padres, no seamos ciegos espirituales: Nunca ninguna decisión que esté contraria a los planes y Voluntad del Señor será buena para nosotros y nuestras familias.
Algunas aplicaciones:
No nos desesperemos por el temor de la muerte. No dejemos que este temor nos lleve a obrar lejos de la Voluntad del Señor. Este fue el gran problema de Isaac y se estaba equivocando terriblemente. ¿Cuántas veces nuestra actitud ha sido similar a la de Isaac? ¿Cuántas veces hemos ido en contra de la Voluntad del Señor, pensando que hacemos bien y sin embargo, hemos generado situaciones de gran conflicto en nuestras casas y a nuestros hijos?
Debemos aprender como padres que nuestro máximo anhelo debería ser que nuestros hijos se entreguen por completo a Jesucristo, a la fe en el Salvador y a vivir bajo Su Señorío. Deberíamos enseñar a nuestros pequeños que Jesucristo es SEÑOR y que no vamos a obrar en contra de Su Voluntad, entonces, solamente así, tendremos hijos temerosos, piadosos y justos delante de Él.
24 Mucho se alegrará el padre del justo,
Y el que engendra sabio se gozará con él.
Padres, tenemos en nuestras manos la forma más extraordinaria de bendecir a nuestros hijos, y es ser nostros mismos temerosos del Señor, para que así también lo sean nuestros hijos. Tal vez nos hemos equivocado en esto, pero hoy, podemos tener una comunión con Cristo para que nos vaya transformando a ser padres que anhelamos Su Voluntad y que estamos dispuestos a enseñar esa fe a nuestros hijos.
Una madre que no se ha entregado por completo al Señor, que no confía plenamente en Él y que no espera en Su Voluntad, aporta a la desintegración y destrucción familiar.
Una madre que no se ha entregado por completo al Señor, que no confía plenamente en Él y que no espera en Su Voluntad, aporta a la desintegración y destrucción familiar.
Las madres tienen una gran incidencia sobre los hijos, a veces para bien y otras veces como en esta porción de las Escrituras, para mal. Rebeca tenía en claro que Jacob era el hijo que Dios había elegido para bendición, pero no bastaba tan solo con saberlo, sino confiar plenamente en Él y esperar en Él.
Rebeca no esperó, utilizó sus medios, su astucia e inteligencia para en su pensamiento “proteger” a quién Sí debía recibir la promesa. Esta madre no solamente pecó en sus medios inapropiados y deshonrosos del Señor, sino que empujó a su hijo a actitudes pecaminosas también.
Queridas madres de esta congregación. ¿Saben también que pueden empujar a sus pequeñitos a situaciones deshonrosas del Señor? Nuestra falta de confianza en Él puede llevarnos a toma de decisiones apresuradas, a métodos no agradables al Señor. Si hacemos todo esto podemos aportar grandemente a la destrucción familiar. No solamente decimos destrucción familiar en base a la relación entre los miembros, sino a la relación entre cada miembro y el Señor. Eso sí que es devastador. De pronto, por nuestro testimonio, empezamos a tener hijos o hijas que no tienen comunión verdadera con el Señor porque nunca han visto a su madre tener comunión verdadera con Él. La fe de las madres debe impactar tanto la vida de los hijos e hijas que en ellos se anhele esperar en Su Voluntad. ¿Cuántas veces hemos sido de tropiezo a nuestros hijos en la fe? ¿Cuántas veces hemos sido tropiezo como Rebeca a Jacob? ¿Cuántas veces hemos obrado con nuestras propias fuerzas y métodos en vez de esperar en el Señor y en sus promesas?
En cambio, la Palabra del Señor si nos muestra cómo deberíamos llegar a ser de ancianos.
3 Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien;4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
Hay planes preciosos para las mujeres de esta congregación si tan solo esperamos en el Señor y no en una misma. Aprendamos a esperar en el Señor y enseñemos esa fe a nuestros hijos.
Hijos que desprecian las bendiciones del Señor y que no son temerosos de Dios aportan a la desintegración y destrucción familiar.
Hijos que desprecian las bendiciones del Señor y que no son temerosos de Dios aportan a la desintegración y destrucción familiar.
Esaú, un hijo que despreció la fe familiar y que no tiene respeto por sus palabras o acuerdos, ni respeto por su hermano. Jacob, un hijo que no tiene miedo a engañar a su padre, sino a ser un suplantador para lograr sus objetivos. Quiere alcanzar la herencia espiritual a su manera y no a la del Señor. Estos hijos estaban también aportando grandemente a la destrucción familiar y por supuesto esto va a suceder en los siguientes pasajes de la Escritura. Hijos que desprecian las bendiciones del Señor o desprecian la fe de la familia e hijos que no son temerosos de Dios siempre van a aportar para que la casa caiga en la comunión con el Señor.
Jóvenes, señoritas, los que son hijos en esta congregación. Podemos hacer mucho daño en nuestras casas con nuestras actitudes y podemos lastimar mucho más de lo que podemos imaginar y aportar para la desintegración y destrucción familiar.
No seamos menospreciadores de la gracia del Señor, sino adoradores de Cristo por Su preciosa Salvación. No seamos como Esaú, sino que para nosotros sea todo el conocer más a Jesucristo, tener comunión plena con Él y honrarlo en su iglesia, ministerio y cumpliendo lo que nos ha encomendado, hacer díscípulos a las naciones.
Tengamos en alta estima a nuestros hermanos. A Esaú no le importaba realmente la situación de Jacob y a Jacob no le importaba la situación de Esaú. Nosotros velemos por nuestros hermanos, preocupémonos por la vida espiritual de nuestros hermanos y hermanas. Alentémosles en el Señor. El mundo se va a encargar de alentarles a estar lejos de Cristo, pero nosotros podemos cuidar a nuestros hermanos y hermanas para que perseveremos en la fe de Nuestro Salvador.
No seamos burladores o suplantadores. Más bien, reconozcamos a Cristo que puede transparenter nuestras intenciones y nuestras obras. Él puede transformarnos en siervos honestos, que hablan y actúan con verdad. Que los objetivos o las metas finales nunca estén por encima de los medios para alcanzarlos. Sino que la honra al Padre, Hijo y Espíritu Santo sean lo más importante en nuestro actuar.
17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen,
Y su justicia sobre los hijos de los hijos;
18 Sobre los que guardan su pacto,
Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.
Traigamos la misericordia de Jehová sobre nuestra casa y sobre nuestros hijos, guardemos su pacto en Cristo, guardemos las Escrituras para ponerlas por obra.
Si empezamos a ser padres que honramos la Voluntad del Señor en nuestras casas, si hubiese madres dispuestas a esperar en los planes del Señor y confiar en Él con todo su corazón, si hubiese hijos e hijas que tienen temor por el Señor, entonces nuestras casas estarían llenas de cálido calor de hogar que tiene Cristo para las familias, donde ÉL y solo ÉL REINA y donde Su Voluntad y Palabra, prevalece por sobre todas las cosas, donde padres e hijos, aportan para la integración familiar y donde cada uno vela desde su posición para que no nos alejemos del Señor Jesucristo en ninguna cosa que hagamos. Donde hay un celo por guardar y honrar la Biblia como la autoridad de la casa y Jesucristo como Señor del Hogar. Pidamos todo esto al Señor, Él si restaura familas con heridas y les da propósitos nuevos. Vamos a orar.